martes, 22 de febrero de 2011

Historias de Éxito III: El Caso de Fortunata

Historias de Éxito III: El Caso de Fortunata
La vida de Fortunata estuvo atormentada por la violencia terrorista y la machista pero gracias a su esfuerzo y constancia logro superar todo eso y convertirse en una mujer muy exitosa.

Parte I: Una mujer muy sufrida.

emprendedoraHola como están todos. Ha sido un largo tiempo sin verlos y escribirles debido a varios problemas ya superados, pero es un gusto volver a continuar con este hermoso blog de entusiasmo y optimismo que tiene por finalidad incentivar el espíritu luchador que muchos peruanos tenemos y que casi siempre nos lleva a alzarnos por sobre las más grandes adversidades y superarlas con creces descubriendo que a nuestro alrededor en nuestro país hay muchas oportunidades que podemos explotar y que solo esperan a ser tomadas. En nuestro país hay muchas oportunidades que por pequeñas que sean los emprendedores toman y aprovechan mientras que otros las dejan pasar. Abajo todos aquellos que digan que no se puede, que no hay oportunidades en nuestro país, el Perú pues con esta historia y otras más que pronto espero publicar deseo dar a conocer que lo más grande de nuestro país es su gente que con su esfuerzo y perseverancia supera la adversidad y da valor con creces a todo aquello que antes no lo tenía pues nuestro país se revaloriza y pone en valor por el espíritu pujante de nuestra gente. ¡Querer es poder! y a diferencia de lo que muchos creen el capital no necesariamente es lo más importante a la hora de emprender.

mujer-emprendedoraBueno deseo compartir con ustedes esta historia de perseverancia y superación que sucedió en nuestro país, la historia de Fortunata, una mujer muy desafortunada que gracias a su esfuerzo y perseverancia superó todas las adversidades que la vida le puso en el camino. Conocí a Fortunata en Comas donde estaba atendiendo una de las varias panaderías que posee y me contó su historia de éxito que ahora comparto con ustedes y que la verdad tenía que compartir con ustedes de todas formas por ser un ejemplo de superación así como también espero que sea una inspiración para todos y cada uno de ustedes.

Fortunata nació en Puquio, capital de Lucanas, una provincia de Ayacucho. Sus padres eran ganaderos y les iba bien pero cuando la violencia terrorista llegó al departamento de Ayacucho todo para ella y su familia cambió. En ese entonces algunas personas apoyaban en la zona la causa senderista pero la violencia y crueldad con que actuaban los senderistas hizo que muchas comunidades de la zona se organizaran para hacerles frente. Aunque sus padres eran neutrales, cuando ella tenía 11 años un grupo de subversivos entró violentamente a la chacra de sus padres. La cabecilla del grupo los hizo salir de su casa a la chacra en medio de la noche. Sin ningún, motivo como los senderistas generalmente actuaban con los comuneros, fueron acusados de traidores y sometidos ella y toda su familia a un juicio popular del que no entendían. Simplemente una mujer que dirigía el grupo de subversivos les decía que eran soplones y traidores. -¡Indios ignorantes de mierda, no saben que luchamos por ustedes!- Los subversivos les gritaban. Por más que ella y sus hermanos suplicaron piedad eso era algo que los senderistas no tenían y la desalmada que los encabezaba le disparó por la espalda primero a su madre y luego a su padre. Iba a dispararle a ella y sus hermanos pero el arma se encasquilló y ellos corrieron por las oscuras calles del pueblito donde vivían donde gracias a la falta de iluminación pudieron huir de los terroristas. Pernoctaron en la calle en medio de las fronteras de su pueblo y el monte. A la mañana siguiente con mucho miedo regresaron a su chacra. Los acompañó un vecino que los había encontrado por los alrededores y cuando llegaron a su casa Fortunata y sus hermanos encontraron a sus padres muertos, su casa saqueada y sus animales baleados. Todo estaba roto, no quedaba nada. Los malditos se habían llevado toda la comida que había y también las herramientas. Todo aquello que podía ser útil los desalmados se lo habían llevado y habían roto y malogrado todo aquello que no pudieron llevar consigo. Ese mismo día Fortunata y sus hermanos con ayuda de sus vecinos sepultaron a sus padres y al día siguiente ella y sus hermanos fueron llevados por unos vecinos a una tía de Parinacochas. Esta era la hermana de su mamá y no los quería mucho veía a ella y sus hermanos como una carga. Un año estuvo viviendo con su tía en Parinacochas y luego esta los envío con otra tía que vivía en Huanta. La vida era difícil también en Huanta su otra tía tampoco los quería mucho pero por lo menos estaba con sus hermanos. A los 13 años debido a la violencia terrorista se vino a Lima donde fue recibida por una señora que era enfermera. Fortunata trabajaba para ella como empleada, la señora le pagaba 20 soles mensuales pero le matriculó en el colegio. Ella trabajaba todo el día y en la noche podía ir al colegio que por suerte estaba cerca de la casa donde trabajaba. Con ese pequeño sueldito que recibía al ahorrarlo cada año podía comprar sus útiles escolares.

A la edad de 15 años Fortunata consiguió trabajo como domestica con una familia de Miraflores gracias a la ayuda de una primas que también trabajaban como empleadas. La señora de la casa era una señora muy amable que la trataba muy bien y le pagaba 500 soles al mes. La situación de Fortunata mejoró considerablemente y la señora inclusive le permitió matricularse en un colegio de Miraflores que quedaba muy cerca. Ella se sentía con la señora mucho mejor que en la casa de sus tías.

A los 18 años ya había terminado el colegio, seguía trabajando con la familia de Miraflores y decidió alquilar un cuartito en la Victoria para pasar ahí los fines de semana. Anteriormente casi nunca salía los fines de semana de la casa de Miraflores como las demás empleadas pues no tenía a donde ir. Una vez con su cuartito de la Victoria de ahí podía irse a las fiesta de cumbia los fines de semana y regresar después a la casa de Miraflores. Fue en esas fiestas que conoció a Wilmer, era un cobrador de combi, era un chico guapo y bailaba muy bien y la fue afanando hasta conquistarla luego de dos meses. Todos los sábados ella lo esperaba en un paradero de la ruta de la combi en que trabajaba y de ahí se iban a su cuartito de la Victoria. De tanto verse los sábados se hicieron novios y ella dejó su cuartito de la Victoria para irse al departamento que Wilmer alquilaba cerca del cerro El Pino.

Wilmer era un sujeto muy machista y retrograda. No le gustaba que ella trabajara. Le daba celos el que ella lo hiciera; sin embargo, ella de tonta y enamorado dejo a la familia que tanto la había querido para darle gusto.

No paso ni un mes en el cerro El Pino y comenzaron las ordenes de Wilmer. Le gritaba y pegaba por cualquier cosa, a pesar que ella limpiaba y le cocinaba. Poco después comenzó a salir de noche sin ella; regresaba borracho y solo a buscarla en la cama; y fue en ahí a la edad de 19 años que nació su primera hija, Gracielita. Este hecho no ablando ni mejoró la conducto de Wilmer. Este dejó de tocarla y empezó a irse con otras mujeres. Regresaba borracho siempre oliendo a perfume y le pegaba por gusto. Le regañaba porque Gracielita era mujer y él quería un hijo varón. No le importaba su hija y no quería darle plata para su comida. Cada vez le daba menos dinero y no quería que ella trabajara. Las cosas empeoraron cuando a Wilmer le diagnosticaron artrosis en la rodilla izquierda, al principio lo le dolía mucho pero luego dejó de ir a las fiestas tan seguido pues le dolía. Esto también hizo que tuviera que reducir su ritmo de trabajo y la condición económica empeoró. Se quedaron sin dinero y ella cansada de esa situación salió a trabajar. Puso un puesto de gaseosas, galletas y frutas en el paradero final de la línea de transporte en la que Wilmer trabajaba para que este no se pusiera celoso, pues iba a estar cerca y poder controlarla, pero se equivocó. Le pedía que cerrara a cada rato para irle a cocinar y en la casa le pegaba.

Un día le pego delante de su hijita y ella cansada se fue de la casa. Alquiló un pequeño cuartito con lo poco que había ahorrado con el puesto de gaseosas . Pero Wilmer la encontró poco después y la llevó a la casa de los pelos. Sin embargo, en la noche se volvió a escapar. Pasaron unos días y Wilmer la volvió a buscar y encontrar en su puesto otra vez. Le agarró todas sus frutas y las pisoteó en la calle y se echaron a perder. Tuvo que regresar a la casa de Wilmer, al día siguiente estaba desesperada, triste y pensando que era mejor morirse. Sin embargo, ese día alguien tocó la puerta y ella abrió la puerta sin esperanzas de nada. Era su hermano Elmer había llegado desde Puquio y le traía buenas noticias. Había la posibilidad de vender las tierras de sus padres. Fortunata no pudo ocultarle a su hermano la situación que vivía con Wilmer tenía toda la cara marcada por los golpes y él le propuso irse a vivir con él a su casa de Lince. Ella aceptó encantada.

Parte II: Un Hermano Abnegado.

Elmer era un buen hermano. Sacó cara por su hermana frente a Wilmer, ella nunca supo como fue la pelea pero supo que se fueron a los golpes. Wilmer nunca fue a buscarla o por lo menos nunca lo hizo en los 20 años siguientes. Ella llegó a Lince un poco asustada. Por las noches se despertaba sudando y gritando ¡No me pegues! hasta que después de un tiempo se le pasó el trauma y se comenzó a olvidar de Wilmer.

Poco tiempo después, se puso a buscar trabajo. Su cuñada trabajaba con algunas personas que estaban en el negocio del transporte y ella la envío con ellas. En ese tiempo las empresas de transporte no aceptaban mujeres cobradoras pero si aceptaban dateras. Había que ser ordenado y rápido para ser datero. En los dateros los choferes y cobradores se jugaban la probabilidad de hacer más ganancias. Gracias a la información que los dateros proporcionaban a los choferes estos aceleraban si es que había mucha distancia entre ellos y su antecesor o bajaban la velocidad si es que había una unidad muy cerca por delante. Ella aprendió rápido el oficio y desarrolló algunas técnicas para recibir más propinas. No podía mentir pues podían quejarse y quitarle su esquina pero si podía ser inexacta con aquellos que no le dejaban buenas propinas. Tenía dos sistemas paralelos para controlar a las combis. Con uno informaba a los choferes comunes y con el otro sistema que era más detallado y preciso informaba a aquellos choferes que le dejaban las mejores propinas. Fue así como conoció a Don Silverio, un chofer que además de dejarle las mejores propinas era muy galante con ella. Ella se empezó a ilusionar pero poco tiempo después perdió las esperanzas al saber que era un hombre casado.

Estuvo un año en Lince hasta que se tuvo que ir Puquio con Elmer para ver el asunto de la venta de los terrenos de sus padres. Ahí se encontró con la familia que no veía hacía 10 años. Sintió nostalgia y lloró al ver la chacra de sus padres. Recordó a sus padres y la violencia terrorista que causó la muerte de estos. Ya no había ganado. Tuvieron que quedarse varias semanas para vender en orden. Había gente que había intentado quedarse con parte de las tierras por derecho de usufructo pero Elmer contrató a un abogado de la zona que además era notario y tenía los títulos en orden. Al final todos los hermanos vendieron las tierras por igual. No hubo problemas entre ellos. Al final el único problema solo era que hacer con la platita que había recibido producto de la venta de las tierras de sus padres.

Parte III: El Comienzo de un Hogar.

Al regresar a Lima lo primero que hizo fue buscar un terreno para vivir. Su hermano José le recomendó ir buscar un terreno en un asentamiento humano de Ventanilla y así lo hizo. Cuando llegó ahí no había agua potable, esta llegaba por camiones cisternas y solo había electrificación por la zona. Habían varias opciones de terrenos y ella escogió un lote en la Zona B de mi Perú, un área céntrica del distrito de Ventanilla. Se quedó en la casa de Elmer mientras construían el pozo séptico y la base de cemento para colocar las paredes provisionales de madera contrachapada. Fortunata siguió trabajando como datera y otra vez volvió a encontrarse con Don Silverio quien la afanaba recurrentemente. Ella no tenía interés en meterse con un hombre casado, pero una colega datera le dijo que hacía poco tiempo se acaba de divorciar de su esposa pues se llevaban muy mal y sus hijos ya eran grandes. Esto le hizo retomar el interés y un buen día Don Silverio le invito a almorzar, fue muy amable y le pidió que lo tuteara. Ella no podía tutearlo; cada vez que quería hacerlo le venía el recuerdo de Wilmer y solo pensaba en levantar su casita y mudarse con su hija Gracielita y no paró hasta terminarla e irse a vivir a su casita con Gracielita.

Poco antes de mudarse a su casita de Ventanilla Fortunata regresó a Puquio a ver a una hermana que estaba enferma. Muy poco tiempo después de que su hermana se había recuperado una vecina le contó a su hermana que un señor de Lima le andaba buscando. Ella pensó que podría ser Wilmer y se preocupó y le pidió a su hermana que fuera a ver quién era. Su hermana era de carácter fuerte, conocía a Wilmer y podía decirle a Wilmer que se fuera. La sorpresa fue grande cuando se dio cuenta que no era Wilmer era Don Silverio, el cual pensando que Fortunata se había ido a Puquio para siempre había ido a buscarle.

Fortunata y su hermana lo recibieron bonito. Ella le explico que solo había ido para arreglar unas cositas y que luego se regresaría. Don Silverio le regaño bonito por haberse ido sin despedirse y eso hizo sentirse a Fortunata muy alagada. Sin embargo, ella lo siguió tratando de usted y al día siguiente lo mandaron de regreso a Lima.

Silverio se sintió rechazado. Cuando Fortunata regreso a Lima pensó que el iría a buscarla pero no lo hizo así que tuvo que tomar la iniciativa. Ya había instalado una pequeña bodeguita en su casita de Ventanilla con poquitas cosas. Se había abastecido de galletas, frutas, papel higiénico y detergentes en la Parada y su bodeguita se había vuelto muy conocida pues era la única que había a 6 cuadras a la redonda en su barrio. Todo eso era una suerte pero tenía que trabajar mucho para pasar el día y casi no tenía tiempo y debido a eso no supo de Silverio en buen tiempo. Sin embargo, un mes después fue a Lince a esperar el carro de Silverio en la ruta por donde este pasaba. Fortunata sabía que su carro tenía 4 pasadas por día y media hora después lo encontró. Fortunato la hizo subir a su carro con agrado y la invitó a comer un pollo a la brasa en un Norky's que estaba cerca de la zona. Fortunata le contó se su bodeguita y lo invitó a conocerla. Silverio le dijo que quería casarse con ella y le dijo que iba a cuidar a Gracielita. Ella estaba muy impresionada y aunque al principio dudaba no se resistió y Silverio cumplió con su palabra.

Parte IV: La Bodega.

A los seis meses Fortunata y Silverio se casaron y empezaron a vivir juntos en la casita de Fortunata. Silverio se había comprado una unidad más grande que podía transportar más gente que la que tenía antes y se asoció con una empresa de Ventanilla para estar más cerca de ella. La bodega se Fortunata se fue haciendo cada vez más grande, pudo abastecerla con más cosas incluso gaseosas y cervezas y esta se convirtió en una especie de barcito del barrio donde la gente venía a tomar sus cervezas los sábados. Las cuentas de las cervezas iban bien y al principio las helaba en cajas de tecnopor con hielo seco que compraba en el callao. Silverio le ayudaba a llevar todo muy temprano, pero cuando comenzó el verano la demanda de bebidas heladas aumentó y el hielo seco se derretía más rápido. Ella pensó en hacer marcianos. Solo tenía que mezclar refrescos en polvo con agua hervida y ponerlos a helar en bolsitas de plástico para eso pero cuando lo intentó las cajas de tecnopor no pudieron helar lo suficiente. Era necesaria una congeladora pero Fortunata se había gastado su plata en construir su casita y en comprar mercadería y Silverio le debía dinero a un señor que le había prestado para comprar su micro. Eran inicios de Verano y el calor fue incrementándose y con ello la demanda de bebidas heladas. Fortunata no sabía qué hacer hasta que un día una vecina le aconsejo pedir un préstamo para comprar una congeladora. Ella al principio fue muy reticente, nunca se había endeudado con un banco y esto le provocaba mucha inseguridad; sin embargo, su vecina insistió tanto que incluso se ofreció como garante. -Si te atrasas yo te ayudo, si no puedes pagar yo me quedo con la maquina.- Su vecina le decía.

Al día siguiente Fortunata y su Vecina fueron al banco. Una vez ahí Fortunata estaba muy nerviosa pero fue atendida por un asesor financiero que la orientó adecuadamente. Al principio Fortunata era muy prudente y solo pidió la cantidad justa para comprar su congeladora. El asesor financiero que le fue asignado aprobó el préstamo y ese mismo día fue son su vecina a comprar la congeladora. La gente de la tienda llevó la congeladora a su casa y Silverio al verla se puso muy contento pero también estaba preocupado. El tampoco se había endeudado con un banco y tenía muchas inseguridades al respecto. Al principio estaban muy preocupados por el pago de las cuotas pero luego gracias a la congeladora las ventas comenzaron a incrementarse y poco a poco fueron perdiendo el miedo a endeudarse. Hicieron cuentas todas la semanas y se dieron cuenta de que podían pagar tranquilamente el préstamo. Podían vender todas las gaseosas y cervezas que les pedían y empezaron a hacer marcianos de fruta y no solo de saborizantes. En medio año terminaron de pagar la congeladora y ya era de ellos.

Después de la experiencia de la congeladora pensó en tomar otro préstamo. Esta vez quería abastecerse de mercadería para su bodega y podía obtener mejores precios si compraba en mayor cantidad. Gracias al asesor financiero que le habían asignado pudo obtener un préstamo de 1000 soles y ahí comenzó el crecimiento de su bodega. Cada vez tenía mayor variedad de cosas y todo le iba bien e iba a tener su primer hijo con Silverio.

Cuando su hijito nació se dio cuenta de que necesitaba mejorar su casa y pidió un nuevo préstamo al banco. Su asesor financiero fue a visitarles con unos asistentes que sabían de cementos y construcción y les ofreció un préstamo de 3000 soles. Tuvieron que trabajar mucho para pagar sus cuotas y mantener bien su casita. Silverio empezó a hacer una ruta más y Fortunata empezó a trabajar hasta las 11 de la noche pero poco tiempo después se dieron cuenta de que no era necesario trabajar tanto. Agarraron buen ritmo y se empezaron a entender con el banco. Al cabo de 8 meses habían pagado todos sus préstamos. Gracielita había crecido e iba al colegio y su hijito con Fortunato había nacido sanito. Una vez ahí empezaron a hacer su primera inversión para obtener una renta. Pidieron un préstamo al banco y se compraron una coaster que alquilaron a la asociación de transportes en la que trabajaba Silverio. Con la renta de la coaster podían pagar la cuota del banco e incluso les sobraba un poquito más. La coaster empezó a pagarse sola y al cabo de dos años ya era de ellos y quien iba a imaginar que al cabo de unos años serían dueños de 15 coasters todas financiadas con prestamos. Solo había que vigilar a los choferes y mantener en buen estado las unidades.

Fue con la primera coaster que Fortunata se dio cuenta de que poco a poco se volvía una empresaria y que podía esperar a tener más y ya no tenía que ser pobre. Siempre andaba buscando nuevas cosas que hacer y que aprender para mejorar su negocio. Nunca quiso abandonar su bodega pues consideraba que el alquiler de las coasters era el negocio de Silverio.

Parte V: La Panadería.

Unos años después Fortunata tuvo un segundo hijo con Silverio, su bodeguita había crecido y ahora también vendía pan que le abastecía una panadería de la zona a través de uno de sus repartidores. Un buen día el repartidor que le abastecía llegó muy tarde y ella ya no quiso recibirle sus panes. Al increparle el por qué de su tardanza este le contesto que se había ido un repartidor y ya no podían cubrir toda la zona pues los dueños de la panadería no querían reemplazarlo. Fortunata se quedó pensando y al ver que cada vez el repartidor que le traía el pan se demoraba y sus clientes se quejaban pensó en hacer su propia panadería. No sabía nada acerca de cómo hacer pan y ese día pasó mucho tiempo conversando con Silverio. El tampoco tenía idea de cómo hacer pan pero tenía un amigo panadero en el Rímac y al día siguiente fue a buscarlo para asesorarse. El amigo de Silverio le dio el contacto de una panadería que había quebrado y que estaba vendiendo su horno. Tenía muy poco uso, funcionaba bien y estaba hecho de buenos materiales. Silverio y Fortunata conversaron con el dueño y este ofreció venderles el horno en el precio de 12 mil dólares. La suma asustó a Fortunata pero no a Silverio, que asesorado por su amigo maestro panadero, le explicó a Fortunata que era una inversión necesaria debido a la calidad del aparato. El banco les prestó el dinero pero luego tuvieron que pedir 10 mil soles más para adaptar la bodega al ambiente de una panadería.

Las primeras semanas contrataron al maestro panadero amigo de Silverio y a su sobrino de asistente. Le pagaron bien pues él les enseño todo. Les enseño a preparar panes franceses, toletes y chancays y al poco tiempo ya sabían qué hacer. Su rutina cambio y ahora tenían que acostarse más temprano para preparar el pan a tiempo. Silverio dejo de trabajar en su unidad y empezó a alquilarla. Valía la pena el esfuerzo.

Las primeras semanas fueron difíciles pero poco a poco se fueron consolidando. Contrataron a un maestro panadero y a un asistente que venían de una panadería de los olivos que había cerrado anteriormente y ya no tenían que hacer los panes ellos y la calidad de los panes mejoró lo que hizo que la clientela aumentara. A los 4 meses ya estaban consolidados y la panadería les dejaba más dinero del que habían pensado. Al año habían crecido tanto que tuvieron que contratar 4 repartidores con su respectiva carretilla para repartir a todas las zonas del barrio.

Con el tiempo ahorraron mucho dinero con el cual le pudieron alquilar un local a Gracielita para que pusiera su propio negocio cuando cumplió 21 años. Gracielita siguió el ejemplo emprendedor de su mamá y se hizo distribuidora de productos de Esika y Unique y le fue muy bien. Sus hijos con Silverio están terminando el colegio y Fortunata los va a mandar a la universidad. Cada vez tienen más dinero por sus negocios y les va muy bien. Ya no son pobres.

Parte VI: Una lección de vida dura pero necesaria

Un buen día vino a buscarla Wilmer. Habían pasado como 10 años desde que no veía a su hija. Se había aparecido con un regalo en navidad cuando Graciela era más chica pero cada vez que venía Fortunata lo evitaba para no verlo; sin embargo, Graciela aunque no veía a Wilmer como su verdadero padre sino a Fortunato sentía pena por él.

Sin embargo, ese día Graciela no estaba y no le quedó otra que recibirlo. Lo vio viejo, había perdido los dientes y estaba con la ropa sucia y raída. Parecía un pordiosero si es que no lo era. No quedaban rasgos de ese hombre violento, prepotente y altanero que la había agredido. Ni bien empezó a hablar empezó a llorar y ella lo paró en seco. Él le pidió perdón y después dinero. No podía entender como sentía pena por ese hombre que tanto la había maltratado. Le dio 20 soles y una bolsa de panes.

Wilmer se alejo cojeando y ella recordó como él y ella se divirtieron mucho bailando cuando se conocieron. Pero ya los tiempos habían cambiado y eran dos personas totalmente distintas. Ella como persona se había desarrollado y progresado y él se había consumido en la mala vida y los vicios. Se le cerró la garganta y una lagrima corrió por su mejilla y ella le dio gracias a Dios por haber logrado alejarse de ese destino tan oscuro que podría haber tenido de haber seguido con Wilmer, el cual aparentemente habría recogido los frutos de su mala vida y ahora era un guiñapo y un remedo de lo que antes había sido.

Testimonio de Fortunata Vásquez

¿Cómo imaginas tu vida sin tu panadería?

Me hubiera dedicado a atender mi pequeña bodega y ser ama de casa pero hubiera sido más difícil pues la panadería aporta mucho al presupuesto familiar y permite que le dé mejores oportunidades a mis hijos.

¿Cómo cambió tu vida el negocio de la panadería?

Bueno creo que mi vida ha cambiado para bien. He comenzado una nueva vida y ahora soy más independiente y segura.

¿Cómo fue tu vida cuando comenzaste el negocio?

Era más tensa, todo era muy nuevo para mí. No conocía el negocio de las bodegas y el abastecimiento así que tuve que ir aprendiendo poco a poco y mejorando mis estrategias a través del tiempo.

¿Te sientes bien de haberte separado de Wilmer?

Ese fue un amargo capítulo de mi vida. Nunca entendí como para bien o para mal me relacioné con un hombre que me maltrató en esa forma. Fue un trauma que me costó superar aun más que la muerte de mis padres en Puquio debido a la violencia terrorista. La violencia terrorista que mató a mis padres la puedo recordar como un trágico y violento día pero la violencia con Wilmer era constante. Gracias a Dios pude separarme de Wilmer y ahora soy una persona totalmente diferente a lo que antes era cuando vivía con él. Cada uno de nosotros cosechó los frutos de lo que sembró. Siento que me desarrollé y me superé mientras que Wilmer se degeneró. El tiempo no puede volver atrás y ya no lo he vuelto a ver desde esa última vez que te conté. Cada vez que pienso en él lo veo como el recuerdo de un mal sueño del cual hace mucho tiempo desperté. No siento odio hacia el pero tampoco deseo volver a verle.

Gestión del negocio

¿Cómo seleccionas al personal con el que trabajas?

La selección del personal se basa en la experiencia y habilidades que tenga el postulante. Esto es fundamental pues no soy especialista en estos temas.

¿Cómo tomas tus decisiones de negocio?

Yo determinó la calidad, cantidad y tipo de pan que venderé en una zona haciendo una encuesta. Esta estrategia me la enseño mi asesor financiero y aunque es costosa me ha traído muy buenos resultados.

¿Cómo cambiaron tus procesos?

Empecé en el negocio de la panadería sin ninguna experiencia previa pero sabía que el mercado demandaba pan y tuve que adaptarme. Poco a poco fui aprendiendo. Tome algunos cursos, me hice de contactos y poco a poco empecé a mejorar la calidad del pan gracias a que siempre procuré abastecerme de más y mejor materia prima.

¿Cuál fue el gran paso que marcó la diferencia en tu negocio?

Fue el haber pasado de una bodega a una panadería. Esto me distinguió la competencia y me hizo conocida en la zona.

¿Qué sientes que fue lo más importante para tu negocio?

En definitiva el financiamiento y la asesoría que recibí de los bancos para mis inversiones. Gracias a la asesoría de estas instituciones pude adquirir conocimientos que no hubiera podido obtener en mi vida diaria.

¿Cómo te sientes ahora después de haber avanzado tanto en tu vida?

Comencé casi sin nada desde cero y en una situación bastante difícil. Salí de mi tierra huyendo de la violencia terrorista, salí de una relación problemática con marido golpista y machista y con mucho trabajo y esfuerzo gracias a mis negocios y a Silverio he logrado consolidarme y desarrollarme como persona. Ahora he comprendido que en el Perú hay mucho que se puede hacer. Siempre estuve buscando oportunidades y las encontré a diferencia de otros como Wilmer que nunca buscaron nada y terminan mal. Siempre fui para sobrevivir muy emprendedora y gracias a eso pude salir de la pobreza. Ahora puede decir que en el Perú si se puede y que solo nos espera a nosotros para conquistarlo.

3 comentarios:

  1. ¡Excelente blog!, sigue adelante con más historias de éxito.

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  2. Qué interesante este blog. Sigan adelante. Acá también pueden difundir sus historias www mass.pe

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  3. Interesante historia, así como ese hay muchos casos tan o más dramátícos, buen blog, que sigan los éxitos.

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